La película de Elvira Díaz llegará a salas de todo el país el jueves 2 de agosto.
El Patio es un documental dirigido por Elvira Díaz, que cuenta la historia de tres sepultureros del Patio 29 del Cementerio General: Lelo, Perejil y Rogelio, quienes tuvieron la amarga tarea de enterrar cientos de cadáveres no identificados, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.
La película se estrenará el jueves 2 de agosto en el circuito de salas que Miradoc tiene a lo largo del país, en una iniciativa financiada por el Programa de Intermediación Cultural, Convocatoria 2017; y el Fondo de Fomento Audiovisual, Convocatoria 2017, del Ministerio de las Culturas, las Artes, y el Patrimonio.
La directora del film, Elvira Díaz nació en Francia y no conoció Chile hasta el año 2001, buscando acercarse a la realidad del país que vio nacer a su padre. “Mi padre llegó a París como refugiado político en enero de 1974. Esperé toda mi infancia que me trajera a Chile y finalmente decidí partir sin él en el año 2001 porque ecesitaba acercarme a la realidad de las personas que se quedaron viviendo allí para entender y sentir.”, afirmó la realizadora.
Al Cementerio General llegó cuando filmaba el documental “Víctor Jara Nº2547”, que narra el entierro del cantante, cuya tumba se encuentra frente al Patio 29. Allí comenzó a cuestionarse la historia de ese espacio.
“Estando enfrente todos los días, comencé a hacerme preguntas sobre la historia de ese lugar y sus sepultureros”, confiesa. “Héctor Herrera, que es la persona que enterró a Víctor Jara en 1973, me contó que un sepulturero lo había ayudado a poner el ataúd del cantante en el nicho, y que, como acto de resistencia, había puesto una corona de flores que había robado de una tumba vecina, lo que obviamente estaba prohibido en ese momento. Entonces, me pregunté ¿quién había enterrado a los muertos en el Patio 29?, ¿quién estuvo a cargo de esa difícil tarea?. Al principio pensé que eran soldados, hasta que el director del cementerio me explicó que no y me envió donde Lelo, que era un sepulturero que todavía estaba en servicio”,
La autora confiesa que inmediatamente sintió un gran respeto por sus retratados, testimonios vivos de sabiduría entre quienes han experimentado situaciones espantosas, sin perder la cordura ni el sentido del humor. “Como muchas personas que han experimentado cosas terribles en sus vidas, hoy testimonian una cordura y sabiduría que me conmueven. También tienen mucho sentido del humor. Su visión de la vida, la muerte y la locura humana es diferente a la nuestra. Aprendí mucho de ellos”.
La confianza que consiguió la realizadora en sus personajes fue clave en el desarrollo de la película, puesto que sus testimonios comenzaron con la desconfianza propia de personas que por décadas han guardado escalofriantes secretos que ponen en riesgo su vida y las de sus seres queridos.
“El primer día de la filmación nadie quería hablar ni tampoco ser filmados en el cementerio. Habían recibido llamadas anónimas, tenían miedo de perder su trabajo y sus vidas. Luego de 15 días de filmación en otros lugares, Lelo y Perejil decidieron no temer más: ‘Estuvimos asustados por 17 años, es suficiente, vengan y llévennos al cementerio ahora’, me dijeron”.
Al ser consultada sobre cómo reaccionará el público chileno frente al documental, Elvira Díaz señala: “No lo sé. Estoy impaciente por hablar con el público. También tengo muchas preguntas que hacer, no pretendo dar respuestas o imponer un mensaje, ni tampoco decir lo que el público debe pensar. Propuse mi observación personal a pesar de la distancia, y por el hecho de que no viví la dictadura, estoy abierta a todos los comentarios posibles”.
Elvira Díaz agrega: “Este filme es una forma de homenaje también. Mi objetivo es dar a luz historias personales que pertenecen a todos, sirvo de antena”, concluye.